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Cinco características de los edificios pasivos

El típico símil comparativo entre una vivienda convencional y una pasiva es el de una cafetera y un termo. Mientras que la cafetera va perdiendo rápidamente la temperatura alcanzada en el fuego, el termo tiene la capacidad de conservar su calor por mucho más tiempo.

Así que, de forma simplificada, un edificio pasivo se comporta de forma parecida a un termo y, para que esto sea posible, deben constar de las siguientes características:

  • Hermeticidad del cerramiento | Las paredes, puertas, ventanas y conductos o paso de instalaciones deben realizarse de modo que no existan fugas de aire entre el interior del edifico y el exterior. Para ello deben sellarse meticulosamente y comprobar su estanquidad.
  • Calidad óptima del aire interior | Teniendo en cuenta que hemos creado un cerramiento hermético, hay que garantizar que el ambiente interior del edificio sea saludable. Para lo cual es necesario incorporar un sistema de ventilación que asegure aire limpio en todo momento.
  • Alto nivel de aislamiento térmico | Para mantener la temperatura interior deseada del edificio durante el mayor tiempo posible, es necesario contar con un elevado aislamiento térmico y éste debe colocarse adecuadamente. Por supuesto, en este sentido, las ventanas juegan un papel muy importante y resulta evidente que, para obtener mayor aislamiento, las ventanas y sus vidrios deben ser de altas prestaciones.
  • Control de puentes térmicos | Un puente térmico es una zona sin aislamiento. En estos puntos la temperatura exterior penetra fácilmente en el edifico y, además de generar mayores consumos de energía durante todo el año, en invierno pueden provocar condensaciones y con ellas la aparición de moho. Por ello, un edificio pasivo, se diseña minimizando o eliminando los puentes térmicos.
  • Aprovechamiento de la energía | Una estrategia pasiva de aprovechamiento de energía en el edificio es emplear criterios de bioclimática en su diseño. Otra forma de reducir consumos energéticos sin renunciar al confort es emplear sistemas de recuperación de calor en la instalación de ventilación. Tampoco hay que olvidarse de que los conductos de agua y aire de las instalaciones aportan frío o calor, por lo que es imprescindible aislarlos bien.

La suma de estas estrategias da como resultado edificios con excelentes condiciones de confort térmico, con ambientes interiores saludables, sin olores y de muy bajo consumo energético que, por definición, son edificios sostenibles.

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